Los platillos como las personas, también tienen sus momentos, por lo que es importante que su preparación sea en su mejor momento, es decir en su punto.
Has observado cuando comemos un spaghetti que se ha pasado de cocimiento, ¿Cómo está? sin firmeza, se escurre entre el tenedor y la salsa, le pasa como a cualquiera de nosotros cuando nos sentimos tristes o enfermos, nos sentimos sin energía, sin ánimo.
O cuando probamos una salsa que está extremadamente picosa, y exclamamos coloquialmente que el cocinero que la preparó seguramente estaba enojado.
Verdaderamente existe una relación entre nuestro estado de ánimo y el platillo que preparemos.
Sin lugar a duda todos tenemos ratos buenos y malos, el reto es buscar un equilibrio en nuestro ánimo de manera que podamos dar lo mejor de nosotros, y por consecuencia de nuestro platillo.
Me parece que para tratar de lograr este equilibrio hay algunos ingredientes que se deben incluir en cualquier receta:
Amor a lo que hacemos, cuidado en los detalles, observar lo que necesita el platillo, dar los tiempos de cocimiento necesarios, no pedirle a los ingredientes más de lo que pueden dar, escuchar, ver y saborear a nuestro platillo, ir de menos a más, es decir, agregar todo aquello que dará sabor al platillo poco a poco, probando cada vez y analizando qué hace falta, hasta que su sabor realmente nos satisfaga.
Si estos ingredientes los utilizamos con los que nos rodean, estoy segura que seremos excelentes platillos para los demás.
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