¿De qué manera encaja el dolor en la Gastronomía?
Ese dolor que un día se presenta en nuestras vidas, así sin más ni más, sin ser invitado, y que por más que queramos, no hay manera de evitarlo, de cerrarle la puerta en las narices.
Se pega en nuestro ser como azúcar fundida a nuestra piel, que por más que tratamos de despegar para evitar el dolor, más se pega y más duele.
No queda entonces mas que aceptarlo, hacer esa quemadura parte de nuestro ser y tratar de curar.
Se por experiencia que dentro de la cocina, las peores quemaduras son con azúcar fundida y con aceite hirviendo, pero en nada se comparan con el dolor del alma.
En estos casos, no queda mas que ser paciente con el dolor, aceptarlo y comenzar a ocuparse en sanar.
Quizá sean necesarios varios "caldos de pollo" y una dieta balanceada compuesta de: entereza, aceptación, paciencia, disciplina, heroísmo y una dosis exagerada de amor...
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